El cineasta participó en la presentación de Promaestro y quiso reivindicar con nosotros el trabajo «heroico y necesario» de los docentes.
Esta semana el salón de actos del Museo Arqueológico Nacional se llenó por completo para nuestra presentación pública. Además de descubrir en qué consiste el proyecto de la Fundación Promaestro, los asistentes tuvieron la oportunidad de escuchar una conversación entre Jorge Úbeda, Ana García-Siñeriz y David Trueba que dejó frases como la que da título a esta entrada.
Ana García-Siñeriz condujo un acto que comenzó con la intervención de Joaquín García-Quirós, quien aclaró que «Promaestro ha nacido con capital privado, libre de presiones e influencias ideológicas y en ella caben todas las ideas y propuestas». Asimismo, el presidente de la Fundación recordó que «vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para generar un reconocimiento mayor a los maestros y para que encuentren aquí su casa, un lugar de encuentro y un espacio en el que fortalecer la profesión». Jorge Úbeda explicó el significado y las implicaciones de nuestro lema, «con los Profesores, por la Educación»: «los alumnos, las familias y la sociedad necesita profesores convencidos, profesores comprometidos, profesores reflexivos, que se hagan presente con voz propia y como colectivo en la toma de decisiones política y en la deliberación pública sobre educación». El director de Promaestro dio paso a un cortometraje en el que alumnos, familias y profesores definían su papel en la educación y proponían cómo mejorarla: Con los Profesores, por la Educación.
Después de la proyección tuvo lugar la conversación con David Trueba, el guionista y director deVivir es fácil con los ojos cerrados. El filme, como remarcaron Ana García-Siñeriz y Jorge Úbeda, es un homenaje a la figura del profesor que dedica su vida a enseñar a sus alumnos, que les guía, que les acompaña y que les motiva. Trueba compartió con el auditorio las vicisitudes de la producción y cómo tuvo que enfrentarse a la incomprensión de los potenciales inversores, que no entendían que en una historia en la que aparece John Lennon el protagonista fuese un maestro de escuela. «Los maestros tienen público todos los días», apuntó Trueba, a quien más que la estrella siempre le interesó el personaje del profesor anónimo (en este caso inspirado en la figura real de Juan Carrión).
El cineasta, en cuya familia hay profesores que para él son referentes y modelos, dijo también que «la gente no se da cuenta de que los dos organismos en los que se hace la revolución permanente son el hogar y la escuela, y curiosamente ambos están olvidados en los discursos grandilocuentes de la actualidad y de los medios». Por eso, según él mismo precisó, su reivindicación podría formar parte de un proyecto más ambicioso que consiga prestigiar y despertar la admiración hacia «el trabajo heroico de muchísima gente que hace la sociedad más justa, más igualitaria, más honesta y que, además, lo hace sin obtener reconocimiento».
Jorge Úbeda comentó entonces que precisamente buscar e impulsar ese reconocimiento es uno de los fines de la Fundación Promaestro, fomentando para ello «una cultura positiva en torno a los profesores, una cultura que ayude a entender en qué consiste el oficio y cómo podemos colaborar para que sea mejor». Tras la conversación, presentamos las conclusiones del informe que en la Fundación Promaestro hemos realizado en nuestro primer año de actividad a partir de los Encuentros entre maestros 2015 organizados en Barcelona, Madrid, Murcia y Sevilla con profesores de todos los niveles de enseñanza y de todo tipo de centros escolares. El informe se puede descargar gratuitamente en nuestra web: Los maestros cuentan.
También anunciamos en el acto las actividades previstas para este curso: los nuevos Encuentros entre maestros, los Pensaderos de maestros y los Pensaderos de familias; espacios en los que pensar, reflexionar y sistematizar la práctica profesional del docente y en los que los centros educativos, equipos directivos, profesores y familias puedan desarrollar un lenguaje común que les permita establecer un diálogo productivo para mejorar la educación de los alumnos.
El acto concluyó con otro particular homenaje a la figura del maestro. Un niño leyó la carta que Albert Camus escribió a su profesor cuando recibió la noticia de que le habían concedido el premio Nobel. A continuación, la reproducimos:
París, 19 de noviembre de 1957
Querido señor Germain,
Esperé a que se apagara un poco el ruido de todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un alumno agradecido.
Un abrazo con todas mis fuerzas,
Albert Camus