Por Jesús Fernández Muñoz (colaborador local de la Fundación Promaestro)
El segundo encuentro de Promaestro en Sevilla, al igual que el primero, ha tenido lugar en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla. El título del encuentro ha sido “Mi aula, mis alumnos: espacios protegidos” y ha estado dedicado a los agentes fundamentales de la acción educativa, a saber: la relación profesor-alumno. Los participantes de este encuentro han sido profesores y maestros de distintos niveles educativos tanto de enseñanza pública como concertada.
En concreto, el encuentro se ha dividido en dos sesiones. La primera, que tuvo lugar el 4 de marzo y estuvo centrada en generar un diálogo entre los profesores sobre la relación que tenían con sus alumnos en el aula, fomentando un diálogo que ayudase a describir la relación con los alumnos desde una perspectiva amplia. Esto se llevó a cabo trabajando en dos grupos, uno se dedicó a las limitaciones (debilidades) y potencialidades (fortalezas) y el otro grupo a las posibilidades (oportunidades) y riesgos (amenazas).
El diálogo e intercambio de ideas se dio después de la reflexión grupal con todos los asistentes de manera conjunta y dando espacio a explicitar tanto los aspectos positivos de esa situación como los negativos. Es decir, tras ese trabajo en grupos sobre esos aspectos concretos se compartió con todos lo que el otro grupo había reflexionado, enriqueciendo, por tanto, esa reflexión mucho más al compartirla al otro grupo.
Finalmente, y tras más de una hora de debate, se animó a todos los participantes a que en la siguiente sesión trajesen un caso educativo reciente (problemático), es decir, una situación crítica que le plantease un conflicto como profesional de la educación en su aula.
La siguiente sesión, la segunda, tuvo lugar el 11 de marzo y en ella se trabajaron con algunos de los casos reales que los profesores habían traído pensados para seguir profundizando en la reflexión sobre el vínculo y la relación con los alumnos. Nuevamente la dinámica de trabajo para comenzar fue en dos grupos en los que se compartían uno a uno sus casos, reflexionando sobre ellos y proponiendo cada uno de los participantes sus puntos de vista y posibles soluciones, es decir, planteamientos para abordar el problema, ya que, en muchos de los casos, había un reconocimiento de propias experiencias docentes en los casos de sus colegas. La dinámica de exposición entre los grupos radicaba en delimitar bien cada caso para poder analizarlo adecuadamente (factores principales que influyen) y proponiendo, en la medida de lo posible propuestas de solución (teniendo en cuenta las delimitaciones profesionales) así como estableciendo, según el caso, el posible seguimiento del mismo.
Fue una sesión ciertamente enriquecedora para todos en cada uno de sus grupos pero más, si cabe, al final, cuando cada grupo compartió un caso particularmente relevante de los que habían comentado entre ellos con el resto los asistentes (el otro grupo) lo que, de nuevo, abrió un debate reflexivo conjunto de gran interés e intensidad motivacional para todos.
Y es que, para acabar, a modo de conclusión, cada docente sevillano participó en el mural “El/la profesor/a reflexivo/a” que anteriormente había pasado por las sesiones de Barcelona y Madrid donde cada uno aportaba como profesor reflexivo y al final de la sesión: “lo que confirmo”, “lo que deseo” y “lo que me propongo”.
Así las cosas, algunas de las conclusiones que se aportaron fueron que se confirma que la profesión docente no es fácil, por tanto, como docentes es necesario compartir las experiencias y siendo necesaria la desculpabilización del profesorado de sí mismo (hay que delimitar responsabilidades), eliminando las vergüenzas y el pudor ante situaciones que, realmente, no dependen en su totalidad del docente. Por tanto, hay una constatación de ellos mismos de que no están solos y aislados porque hay una pasión común por la educación con una gran profesionalidad y buen hacer en general. Aunque se descubre que es un proceso lento y progresivo con unas situaciones complejas que necesitan una mayor atención del propio docente de sus emociones y contexto tanto personal como del alumno e, igualmente, un deseo de mejora siempre constante de la transmisión de conocimientos a los alumnos empatizando con ellos. Hay, entonces, unas ganas de dar el máximo para ofrecer lo mejor sin que la motivación decaiga. Lo que puede considerarse a la vez un deseo y una propuesta que los docentes tienen y se hacen a sí mismos
Sin duda parece que los profesores sienten, de manera generalizada, tanto en el primer encuentro sobre la innovación educativa (febrero) como en el segundo sobre los vínculos y relaciones con los alumnos (marzo) muy importante el encuentro y la reflexión conjunta con otros maestros, porque son otros docentes con los que siempre tienen puntos en común y con los que, si se dan las condiciones necesarias, el diálogo es positivo y sirve para el aprendizaje de todos. Lo que se genera, en definitiva, es una estupenda dinámica entre los profesores de participación activa y de vínculo profesional que ayuda a la práctica educativa.