¡Cumplimos cinco años!
Nuestro director, Jorge Úbeda, echa la vista atrás y hace balance del trabajo realizado
«La Fundación Promaestro nació tal día como hoy hace cinco años. Surgió del encuentro, de la conversación y del compromiso de cuatro amigos que se habían conocido en las aulas de una escuela. Pienso ahora en aquel 26 de junio de 2014, en el que Phil, Joaquín, Cuca y yo firmamos ante notario los estatutos de Promaestro, y sigo sintiendo lo mismo: entusiasmo, ilusión, esperanza… y nervios. ¡Como para no estar nervioso! La educación, tantas veces convertida en rehén de la lucha partidista por los políticos, es un tema sensible y delicado que nos toca en lo más hondo. El ruido que se genera alrededor llega a ser ensordecedor. Además, España, pese a ser un país solidario, mira con cierto recelo las iniciativas altruistas y filantrópicas privadas, especialmente cuando se refieren al ámbito educativo. Por suerte, no fuimos los únicos a los que la idea de Promaestro emocionó y muy pronto otros amigos se sumaron al proyecto para hacerlo más grande, más real y más útil. En este vídeo podéis ver un pequeño resumen del camino andado hasta ahora:
Nacimos con un deseo que todo el mundo comparte: el de mejorar la educación de nuestros hijos y de las nuevas generaciones de alumnos. Sin embargo, querer mejorar la educación es una cosa y saber cómo mejorarla es otra muy distinta. Desde el principio tuvimos una orientación clara y apuntamos a un colectivo concreto: los casi 800.000 docentes que trabajan en España. Porque todos estamos en deuda con los buenos profesores; porque el que enseña, el que de verdad enseña, nos ayuda a ser mejores; porque el que aprende, aprende mejor acompañado; y porque en las escuelas los niños crecen pero son los maestros los que permanecen. Ellos son el corazón del sistema educativo y sin ellos no podremos cambiar nada.
Es fundamental que confíemos en ellos. Y es fundamental que les dejemos hablar, que les preguntemos, que los escuchemos, que sepamos qué piensan, que conozcamos los problemas a los que se enfrentan. Por eso nuestros dos primeros años de actividad los dedicamos casi en exclusiva a organizar Encuentros entre maestros: reunimos a profesores de todos los niveles y especialidades, de varias comunidades autónomas; a hombres y mujeres; a profesores a punto de jubilarse y a docentes noveles. Las conclusiones de lo discutido en aquellos grupos, junto con un estudio pormenorizado de informes e investigaciones nacionales e internacionales, nos permitieron comprender cuáles eran las grietas del sistema educativo. Las grietas por las que podríamos entrar para fortalecer la profesión y para impulsar una mejora sistémica de la educación.
Por un lado, los profesores necesitan la confianza del resto de agentes educativos. La sociedad en su conjunto, y el sistema educativo en particular, han de acompañarles con una información adecuada, justa y dimensionada de la realidad de las aulas. Necesitamos elevar el nivel de la conversación pública sobre educación más allá de titulares y noticias sensacionalistas y apocalípticas. Tenemos que ser capaces de informar mejor a la ciudadanía, desarrollar una visión crítica y movilizar todas las fuerzas posibles para presionar a nuestros políticos a hacer mucho mejor su trabajo. Es esta una labor difícil, por no decir hercúlea, pues para cambiar la cultura educativa de un país hay que incidir en sus imaginarios sociales. Pero no nos desanimamos: el cortometraje Con los Profesores, por la Educación, la campaña #FelizDíadelDebería, la webserie #QuéEducación y la campaña #PanoramaEducativo son los proyectos de cultura educativa que hemos puesto en marcha durante estos años.
Por otro lado, los profesores necesitan espacios de reflexión sobre su propia práctica. Aunque no vale cualquier espacio: lo que necesitan son espacios horizontales en los que puedan observarse mutuamente; espacios en los que puedan reconocerse a sí mismos como los expertos educativos que son y en los que puedan discutir libremente con sus compañeros lo que hacen en las aulas. Lo que nos propusimos (con algo de inconsciencia, para qué engañarnos…), fue crear una nueva cultura profesional basada en la producción y transferencia de conocimiento educativo. Y, pese a los baches y las dificultades que hemos encontrado, en su mayoría relacionadas con un sistema excesivamente burocratizado y falto de medios, sí hemos probado que las maestras y profesores en activo están en condiciones de asumir e impulsar esta nueva dinámica profesional. En los Pensaderos de maestros los docentes abren sus aulas a sus compañeros, comparten sus prácticas con ellos, observan el impacto que tiene lo que hacen y discuten sobre cómo mejorar, transformar y llevar más lejos su acción educativa.
Esto no es un sueño, es real. Lo hemos visto en los 26 centros educativos (4 de ellos de formación del profesorado) en los que hemos estado y con los más de 250 profesores con los que hemos trabajado. Cuando un grupo de profesores dedica espacios y tiempos a reflexionar sobre qué enseñan y sobre cómo enseñan, todo mejora: su formación, su acción educativa, la relación con sus alumnos, la coordinación entre ellos y el reconocimiento mutuo de su profesionalidad. Y si en este grupo participa, como también hemos visto, el equipo directivo, las posibilidades de un cambio duradero se multiplican. Asimismo, en estos espacios hemos constatado que, más que concursos de “buenas prácticas”, el colectivo docente necesita congresos en los que compartir, cuestionar, discutir y validar también aquellas prácticas que no han tenido el éxito deseado o que no han cumplido con todos los objetivos previstos. Con ese fin hemos organizado ya dos ediciones de la Jornada Pensadero de maestros y vamos camino de la tercera (a la que ya te puedes apuntar).
La educación que basa sus decisiones pedagógicas, administrativas y ejecutivas en los mejores conocimientos disponibles es una educación de futuro, alejada de dogmatismos ideológicos y a prueba de pseudociencias y de ocurrencias metodológicas de poco alcance. El Pensadero y la Jornada Pensadero, a través de la sistematización de la práctica, activan la producción de conocimiento docente y escolar; con The evidence of education, que hemos traído por primera vez a Madrid este pasado mes de abril, aspiramos a conectar de manera efectiva el conocimiento científico y universitario, experimental y descontextualizado, con la práctica docente y la realidad del centro. Por medio de estos programas llevamos el conocimiento educativo allí donde más se necesita, porque es la manera que tenemos de reducir el Abandono Escolar Prematuro y de cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible de “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Todo lo que hemos hecho en estos cinco años lo hemos hecho con medios modestos pero con criterio, con firmeza, con determinación y, sobre todo, con un buen puñado de amigos: particulares, centros, docentes, familias, asociaciones, instituciones y organizaciones públicas y privadas que han colaborado y colaboran con nosotros. Muchas gracias, amigos.
Sin embargo, hace cinco años, al levantar el acta fundacional de Promaestro y para sorpresa del notario, adquirimos un compromiso más: el de desaparecer. Algún día conseguiremos aquello que perseguimos y dejaremos de ser necesarios. Hasta entonces seguiremos trabajando y animando a más amigos a acompañarnos en esta aventura; amigos que, como vosotros, miren al sistema educativo con responsabilidad e inquietud, porque es mucho lo que está en juego, pero sin alarmismo, porque también es mucho lo bueno que ya se ha hecho. Amigos que, en definitiva, compartan nuestra convicción: con los Profesores, por la Educación».